¡Eres un hijo de Dios!
“¡Qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios!” (1 Juan 3:1, NVI).
Ben nunca conoció a su padre. Como “hijo bastardo” fue discriminado y maltratado. En la escuela nadie se sentaba a su lado y durante el recreo te nía que comer solo. La gente se burlaba de él y le vociferaba: “Miren, ahí va el que no tiene padre”.
Cuando Ben tenía doce años llegó un nuevo pastor a su comunidad. En poco tiempo el ministro se ganó el cariño de todos. Los miembros de la iglesia decían que sus mensajes infundían esperanza hasta al más desdichado. Al oír esto Ben, que no frecuentaba la iglesia, decidió ir y comprobar por sí mismo si era cierto lo que se de cía. Ese día llegó de último y salió de primero. El sermón refrescó espiritualmente su alma sedienta. Comenzó a asistir todas las semanas: llegaba de último y salía de pri mero. ¿Por qué hacía eso? Para evitar que se burlaran de él. En cierta ocasión, el ser món lo cautivó tanto que se le olvidó salir de primero. Mientras trataba de escabu llirse en medio de la multitud, el pastor le puso la mano en el hombro, y le lanzó la temida pregunta: “¿De quién eres hijo?”
En ese instante Ben deseó morir. Hubo un silencio solemne. Todos esperaban ansiosos la respuesta del muchacho. Entonces, el pastor sonrió y le dijo: “¡Oh! ¡Yo sé de quién eres hijo! Porque los rasgos familiares son inconfundibles. Tú eres un hijo de Dios. […] Es una tremenda herencia la que has recibido, muchacho. Ahora, anda y vive de acuerdo a ella” (Zig Ziglar, Más allá de la cumbre, pp. 57, 58).
Ben no tenía un padre terrenal, pero era hijo del Dios del cielo. Estas palabras produjeron un impacto permanente en él, le hicieron sentirse importante y lo ayu daron a superar todos sus miedos. Como hijo de Dios, Benjamín Hooper se propuso alcanzar grandes metas, y llegó a ser gobernador del estado de Tennessee.
Tú también eres un hijo o una hija de Dios. Cuando sientas que la sociedad te mira con rechazo, Dios estará a tu lado para decirte: “Te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra. No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 43:4, 5, NVI).
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Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“Visita mi Muro, 366 Mensajes que Inspiran”
Por: J. Vladimir Polanco
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