Reflexiones para tí.

Abdías

Como Jezabel estaba acabando con los profetas del Señor, Abdías había tomado a cien de ellos y los había escondido en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les habla dado de comer y de beber. 1 Reyes 18:4.

En el peor de los infiernos, siempre aparece un ángel del Cielo para confortar. La historia de Corrie Ten Boom es un buen ejemplo. En el campo de concentración de Ravensbrück, cerca de Berlín, ella llevó alivio y paz. A veces nos da la sensación de que, por no estar en el infierno, no necesitamos ser ángeles.

Cuando Cristo estaba en el Getsemaní decidiendo nuestro destino eterno, en el peor momento de su ministerio terrenal, un ángel de luz vino a confortarlo con la esperanza de que el sacrificio que él iba a ofrecer sería para salvación de muchos.

Puedes tener plena confianza de que cuando estés en el momento más difícil de tu vida, habrá un ángel celestial dispuesto a acudir a darte alivio y paz. Solo necesitas pedirlo.

Abdías fue como un ángel para los profetas de Dios, que Jezabel quería matar. Por más que Elias no lo sabía, él no estaba solo. Escondidos en cuevas, comiendo poco y mal estaban vivos y sin doblar sus rodillas ante los ídolos. Servir a Dios y serle fiel no siempre te llevará a los banquetes de los hombres, pero -sin duda alguna- te colocará en la mesa que el Cordero tiene preparada para quienes lo eligieron como Salvador y Señor.

Abdías era un fiel siervo de Dios en medio de la más terrible estructura social del momento. Como Daniel en el palacio de Nabucodonosor o José en su relación laboral con la esposa de Potifar, se mantuvieron fieles al Cielo no porque fuese fácil, sino porque era lo correcto.

Acab no ordenó a Abdías que hiciera las cosas correctas; la decisión de hacerlo fue personal, particular, individual. El siervo lo hizo, corriendo riesgo de muerte. ¿Cuál es tu límite para hacer lo correcto?

Los profetas de Dios no podían esperar de Abdías mucho más que agua, alguna cosa para comer. ¿Era poco? Sin dudas, pero era lo que les podía garantizar la vida. El milagro no está en la cantidad de lo que podemos hacer, sino en lo que podemos realizar en favor de nuestro prójimo.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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