También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio. Mateo 5:31: 32.

Por supuesto, hay situaciones que son insostenibles, en las que mantener una relación con una pareja puede significar peligro para la integridad física, mental o moral de uno de los cónyuges y, si los hay, de los hijos. Hay hombres y aun mujeres criminales, abusadores (física o psicológicamente), con los cuales es imposible convivir.

¿Cuál es, entonces, el sentido correcto de la enseñanza de Jesús sobre el divorcio, sin que por eso relativicemos la fuerza de su prescripción?

Creo que lo que Jesús quiere enseñar es el carácter sagrado del matrimonio y del hogar; es la seriedad radical con la que hay que ver las relaciones amorosas. Muy pocos están dispuestos a pagar el precio de “trabajar” por una relación.

¿Por qué, entonces, salvo en casos extremos, como los que hemos mencionado, se separan las parejas? Jesús nos contesta: “Por la dureza de vuestro corazón” (Mateo 19:8). Si cada uno está dispuesto a ablandar su corazón, a reconocer sus errores y a trabajar para salvar el hogar, ninguna pareja tiene por qué naufragar.

¿Estás AGOTANDO todas las posibilidades, todos los recursos factibles para salvar tu matrimonio o tu relación de pareja, o te quedas a mitad de camino, y abandonas la lucha ante la menor desavenencia? ¿Estás reconociendo tu responsabilidad en los problemas de relación, y estás tratando con todas tus fuerzas de superarlos? ¿Has recurrido a Dios, en primer lugar, para dejarte guiar por él, y en segundo lugar, junto con tu pareja, has pedido la ayuda de consejeros cristianos, psicólogos o amigos, con el deseo de luchar hasta lo último para salvar tu relación con tu ser amado? Si ambos están dispuestos a luchar (no basta uno solo, pero empieza tú), Dios puede transformar las situaciones más aparentemente insolubles; puede, como Dios creador omnipotente, que de la nada creó el universo, volver a crear el amor perdido, sanar las heridas, reconstruir los vínculos, porque “para Dios todo es posible” (Mateo 19:26).

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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